Constelaciones individuales de avanzada.

El sistema familiar.

Cada persona es sometida a las leyes del sistema familiar, nadie se puede sustraer. Los vínculos sistémicos dirigen nuestras vidas y nuestros inconscientes, sin que nos demos cuenta, a menudo en contra de nuestro bienestar.

En el sistema familiar, todos están unidos con todos.

“El vínculo más fuerte es el que une los hijos con sus padres, y por extensión los hermanos entre sí, y las parejas. Un vínculo especial se crea entre las personas que han entrado posteriormente en el sistema y los que les han dejado sitio, sobre todo si su suerte ha sido dura: por ejemplo el vínculo que une el primer hijo del segundo matrimonio y el cónyuge despechado del primer matrimonio.” (Hellinger).

El campo morfogenético es un campo de información, por lo que su primera consecuencia, fundamental para la supervivencia, es la de repetición del pasado.

El feto es pura energía vital y amor incondicional, es pertenencia total. Y su adhesión al sistema familiar es incondicional.

El bebé se ata a sus padres y ancestros a través de la decisión “yo como tú”. Decisión que asegura su pertenencia y fidelidad a la vez que limita su autonomía y su entrega a su propia vida. Cuando el bebé percibe mucho dolor en uno de los vínculos que tiene, su amor arcaico y pensamiento mágico le llevan a decidir “yo en tu lugar, yo por ti” “enfermaré en tu lugar para que tú te vuelvas sano”, “yo por ti, haré lo que tú no has conseguido hacer, mataré por ti, pagaré por ti, etc.”.

Ahí estamos frente a un vínculo complejo y dramático, una intrincación, que llevará la persona a comportamientos fatales para su vida y para su sistema.

Pues, de entrada, esta decisión va en contra de los órdenes del amor. El bebé por amor se cree capaz de llevar el destino de su ancestro, con lo cual infringe el respeto del Orden.

Esa “arrogación” o “usurpación” es severamente castigada por el sistema pues pone en entredicho el respeto a los antiguos y el respeto a todo como es. Por lo que peligra la conexión de los seres humanos con algo más grande.

A la vez esta decisión va en contra de la necesidad de compensación adulta, de cambio cualitativo, sólo añade más de lo mismo.

La vinculación se recibe a una edad en general tan temprana que el razonamiento subyacente es un pensamiento mágico, ilusorio, que en vez de aportar la paz a la familia, aporta más dolor: “Si él ha sufrido, ha muerto, está mal que yo disfrute de mi vida, voy a sentir y padecer lo mismo que él… Si yo sufro su enfermedad, o me muero en su lugar, él no se va a morir, si ha muerto puede volver… Si él ha hecho un daño irreparable a alguien y no lo ha expiado, voy a expiarlo yo con la enfermedad o la muerte…”

Brigitte Champetier

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